Durante la reciente edición del festival Pal’Norte en Monterrey, una joven intérprete de lengua de señas se convirtió en el símbolo de una nueva era para los eventos masivos en México. Su enérgica interpretación junto a Edén Muñoz no sólo emocionó al público, también visibilizó la importancia de construir espacios inclusivos para las personas con discapacidad auditiva. «Sólo tenías un trabajo y lo hiciste espectacular», celebró el artista en sus redes sociales, amplificando un mensaje que resonó más allá del escenario.


Este gesto, aunque aparentemente simple, pone sobre la mesa una discusión cada vez más relevante: ¿cómo pueden los eventos masivos ser no solo espectáculos memorables, sino también espacios responsables, diversos y sostenibles?
Inclusión: un paso necesario en la industria del entretenimiento
La presencia de intérpretes de lengua de señas, rutas accesibles, señalética adaptada o servicios de apoyo, ya no pueden ser vistos como “extras” en un evento, sino como elementos esenciales. En México, aún queda camino por recorrer, pero casos como el del Pal’Norte o el Festival Vive Latino, que en años recientes ha integrado zonas adaptadas y acceso prioritario para personas con discapacidad, muestran una evolución prometedora.
A nivel global, los festivales también comienzan a tomar cartas en el asunto. Eventos como el Glastonbury en Reino Unido o el Lollapalooza en Estados Unidos han implementado servicios de accesibilidad robustos. Han incluido interpretación en vivo y tecnologías asistivas. La inclusión ya no es solo un compromiso ético, es parte integral de la experiencia del asistente.
También te recomendamos leer: Paso firme hacia la conformación del BMCC
Eventos sostenibles: de la intención a la acción
En paralelo, el auge de los festivales verdes también está marcando tendencia. En México, Bahidorá, celebrado en Las Estacas, Morelos, es un referente continental. En 2024 fue reconocido por The Green Music Initiative (GMI), una organización alemana sin fines de lucro, por sus prácticas en reducción de huella de carbono, reforestación, y cuidado de reservas naturales. Bahidorá se convirtió así en el primer evento musical latinoamericano en recibir esta distinción.


Pero, ¿qué implica realmente organizar un evento sostenible? Según especialistas de la organización británica A Greener Future, el impacto ambiental de un festival puede venir del transporte, consumo de energía, residuos, alimentación, y más. La clave está en realizar un diagnóstico previo y tomar decisiones estratégicas desde la planeación.
Algunos festivales internacionales ya están marcando el paso: el DGTL, originario de Ámsterdam, ha apostado por un modelo circular. El Øyafestivalen en Noruega funciona como un laboratorio de tecnologías verdes, Así como el Cruïlla en Barcelona se alimenta completamente de energías renovables. En América Latina, el chileno ReciclaFest también ha puesto el ejemplo en gestión de residuos y educación ambiental.
Música con conciencia: los artistas también toman postura


Artistas como Coldplay, Billie Eilish o Massive Attack han decidido incorporar prácticas sustentables en sus giras, reduciendo emisiones. De esta manera compensando su huella de carbono o eliminando plásticos de un solo uso. Aunque enfrentan críticas por las limitaciones estructurales del sector, especialmente en cuanto a transporte aéreo, sus acciones están generando un efecto dominó en la industria.
Un estudio de Payless Power reveló que las giras musicales en Estados Unidos generaron casi 45,000 toneladas métricas de CO₂ en 2022. Esto refleja no solo el impacto de los artistas, sino también del público, al considerar los traslados, el consumo y los desechos generados durante los conciertos.
El futuro de los eventos: transformación cultural y colectiva
Hablar de responsabilidad social en eventos es hablar de empatía, de sostenibilidad y de tomar decisiones conscientes que impacten positivamente a las comunidades. No se trata solo de entretener, sino de construir experiencias que dejen huella —pero no en el planeta.
México ya está dando pasos firmes en esta dirección, pero aún queda mucho por hacer. La combinación de acciones como las vistas en Pal’Norte y Bahidorá demuestran que es posible ofrecer espectáculos de gran formato sin renunciar a los valores de equidad e impacto positivo.
Porque al final, el verdadero show empieza cuando los escenarios se convierten en plataformas para el cambio.