Y antes de salir de Mazatlán, mis ojos querían ver cada espacio que dejaba atrás para recordarlo al llegar a mi destino. Esa frase la escribí justo al partir, y hoy compruebo que no fue un impulso emotivo, sino una certeza: Mazatlán deja huella.
La visita se dio en el marco de un evento organizado de forma impecable por Mazatlán Meetings, encabezado por Einar Broden y Alfredo Canizalez, en colaboración con Posadas, cadena que apuesta con fuerza por el destino. Actualmente operan allí hoteles como Fiesta Inn, One, Gamma Centro Histórico y Casa Lucila Curamoria, mismos que pronto sumarán dos propiedades más, un reflejo claro del crecimiento hotelero que vive Mazatlán. Así como empresas destacadas de la cadena de valor del destino, que más adelante mencionaré.
Uno de los puntos más reveladores del viaje fue la visita al Mazatlán International Center, un recinto moderno, bien equipado, que cuenta con capacidades para eventos de gran escala: hasta 4,500 personas en modo auditorio y más de 7,000 m² de espacio en salones multifuncionales. En este espacio tuvimos un encuentro con el Comité de Industria de Reuniones de Mazatlán, donde también participó la Secretaria de Turismo, Mireya Sosa Osuna. En la conversación, se compartieron las estrategias y acciones que el destino está implementando para garantizar seguridad y confianza tanto a organizadores como a asistentes. Lo más valioso fue percibir una industria local unida, profesional y con visión, con la firme intención de atraer eventos nacionales e internacionales.
Mazatlán también tiene ese «algo» que hace brillar a los viajes de incentivo. Desde un paseo en yate por la Marina, que puede ser una experiencia inolvidable para cerrar un congreso, hasta una divertida ruta en las tradicionales Pulmonías por el centro histórico, donde cada calle y fachada es parte de un escenario lleno de color y vida. Y si lo que se busca es adrenalina, Faroleza —la tirolesa que parte desde el Faro natural más alto del mundo— ofrece una experiencia distinta y emocionante.
Después de una jornada de reuniones o conferencias, el cuerpo también pide un respiro,y para eso, el Shekinah Beach Club es un oasis frente al mar: camastros, buena música, cócteles y la brisa del Pacífico como mejor compañía.
Por supuesto, no se puede hablar de Mazatlán sin rendirse ante su gastronomía. Camarones, marlín, tacos gobernador, ceviches frescos y esa sazón sinaloense que no se olvida. Cada comida fue una experiencia de sabor que confirmó por qué la cocina local es uno de sus grandes atractivos turísticos.
Mazatlán no solo tiene infraestructura. Tiene alma. Tiene mar, pero también corazón organizador. Y hoy, tras esta primera visita, puedo decir que tiene también una visión clara y compartida de lo que puede ser: un anfitrión profesional, cálido y competitivo para la industria de reuniones de México y el mundo.
Finalmente quiero agradecer a Mazatlán Meetings by Emisa, Grupo Posadas, especial reconocimiento a Paloma Arámburo, por su increíble entusiasmo; Mazatlán International Center a Daniel Cornejo por su amable recibimiento, Pronatours especialmente a Sandra Torres por su anfitrionía, Maza life, Alamo, Bichola y Grupo Ar-he por hacer posible este maravilloso viaje. A cada uno de ellos ¡GRACIAS!
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