Ante los radicales cambios (que aun no entiendo) en el Sector Turismo de la administración pública federal, es que leí un artículo de mi amigo Joaquín Armenta, en que proponía adaptarnos rápidamente a las nuevas circunstancias, y que como industria de reuniones, propositivamente ponernos a trabajar, convirtiéndonos en arquitectos de nuestro propio destino con o sin el apoyo gubernamental al que estábamos acostumbrados.
Evidentemente, esta parte de su artículo me gustó mucho sin embargo, el también veía estos cambios como una oportunidad de reflexionar acerca de lo que se había hecho en el pasado desde el CPTM hacia nuestro sector. De igual forma, otro punto de coincidencia con lo escrito en su texto fue el referente al porcentaje de recursos que se asignaba a la Industria de Reuniones, el cual siempre fue muy reducido y nunca correspondió al peso que verdaderamente ha tenido como porcentaje de la demanda turística total (asignándose cuando mucho, el 4% cuando el valor de la industria, siendo el equivalente al 17 % de la actividad turística).
De modo que quise tomar esta oportunidad para explicar la estrategia de alianzas con las organizaciones del sector, mismas que se interpretaron (en su artículo) como que se invertía una gran cantidad de dinero en ellas a nivel internacional y muy poco en sus contrapartes nacionales. Y como primera reacción a lo publicado por Joaquín, debo decir que el rol del CPTM siempre fue la promoción y nunca el financiamiento de asociaciones nacionales.
Pues como bien se sabe, si existe un sector verdaderamente organizado es este, el de las reuniones. Y es que a nivel internacional existen dos cúpulas (Events Industry Council: EIC y Joint Meetings Industry Council: JMIC) que agrupan a todos aquellos organismos que representan diversos componentes de esta actividad económica. Así, los promotores de destinos, organizadores de convenciones, recintos especializados, profesionales en congresos y especialistas en incentivos lo mismo que empresas de exposiciones, tienen sus propias asociaciones arropadas por estas dos cúpulas.
En tanto que los verdaderos profesionales de nuestra industria invierten, se afilian, se interesan y se involucran con las organizaciones de su gremio, a fin de aprovechar las herramientas educativas, los foros de discusión, las estadísticas que producen y sobretodo las oportunidades de interacción que proveen estas asociaciones. Una vez que un principiante acude a un evento organizado por asociaciones como MPI, ICCA, SITE, PCMA, IAEE, DMAI, IAPCO, etc., queda relacionado con colegas que comparten su interés, conoce las tendencias que están marcando la actividad y seguramente se da cuenta como los miembros más experimentados «acogen» a los de recién ingreso, asesorándolos para aprovechar mejor las oportunidades (de negocio, de certificación, de educación o de relacionamiento).
Estas organizaciones por su parte, tienen como obsesión dar cada vez mejor calidad de servicios a sus miembros o clientes y representarlos cada vez mejor ante diferentes públicos y autoridades.
Lideradas por mesas directivas de voluntarios que dedican sus recursos y ocupan parte de su tiempo para regresarle a su industria lo que les ha dado; reclutan equipos de operación especializados, generan publicaciones con importantes contenidos, desarrollan proyectos de investigación o de prospección que mejoran a sus socios y a la industria en general. Para financiar todos estos proyectos, además de lo que reciben por concepto de membresías, la mayoría de ellas viven de co-inversiones o alianzas estratégicas con actores que pudieran estar interesados en comunicarse de una manera inteligente con sus Líderes y miembros en general.
Por todo lo anterior, es que, ante los recursos limitados que siempre existen para la promoción de los destinos, es que he sido un convencido proponente de las alianzas estratégicas con estos organismos como vehículo para transmitir la proposición de valor de cada ciudad o país y así lograr una relación mutuamente conveniente y productiva.
El primer país que comenzó con esta estrategia fue Canadá y prueba de que le ha funcionado es que lleva décadas invirtiendo en estas organizaciones de una manera cada vez más integral; en México, fuimos por varios años aliados de estos grupos organizados.
El concepto es simple: es transitar de haber sido solo “patrocinador» en que simplemente pagabas por tener «presencia de marca» en los eventos o publicaciones, hacia aprovechar TODAS las capacidades de estos organismos en cuanto a «expertise«, asesoría, certificaciones, inteligencia comercial, esfuerzos de profesionalización a la medida y por supuesto también ayuda al empate de perfiles con compradores tanto del mercado corporativo como el de asociaciones.
Por supuesto que sería ideal que los promotores de destinos pudieran convencer directamente a todos esos «meeting planners» que existen en el mundo para que seleccionaran su ciudad como sede de sus eventos, ya sea con una comunicación directa (que sería costosísima e improductiva) a sus oficinas (o su casa), o con inserciones en las revistas que estos miles de tomadores de decisiones suelen consumir (leer).
Sin embargo, en esta industria las cosas no son tan fáciles ni tan elementales como parecen. En el mercado de reuniones internacionales la publicidad no funciona en automático y la presencia tradicional en ferias y eventos tampoco: todo debe ser parte de una estrategia integral inteligente, a fin de generar confianza e incrementar la competitividad.
Ahora, no se trata sólo de firmar bonitos acuerdos, ni de salir en la «foto» en sus eventos presenciales, ni mucho menos solo asistir a las recepciones que organizan para el famoso «networking«, sino que es en la activación de beneficios de estas alianzas donde se puede encontrar la productividad requerida para mejorar el posicionamiento, elevar la competitividad de nuestros prestadores de servicios, contar con un mejor nivel de interlocución en la industria e incluso, influir en las tendencias globales de la misma… siendo entonces como resultado de TODOS estos esfuerzos integrales consistentes, en un mediano plazo, cuando podremos gozar del incremento en la atracción de eventos de todo tipo a nuestros queridos destinos.
¿Qué se hizo todo bien? Desde luego que no, todo siempre es perfectible, y quizá faltó involucrar más a los grupos locales en la activación de las alianzas, sin embargo, considero sinceramente, que el posicionamiento que hoy gozamos en el mercado global de las reuniones se debe a esa construcción de relaciones de confianza que se realizó a través de este mecanismo gremial.
Mismo en el que hemos sido sede de muchos de sus eventos, y sus líderes están puestos para ayudarnos en situaciones de crisis. De modo que no olvidemos que una gran cantidad de jugadores mexicanos del sector se han certificado, relacionado o beneficiado con los negocios provenientes de estas productivas relaciones.
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