Rod Cameron, Director Ejecutivo de la International Association of Convention Centres (AIPC) y del Joint Meetings and Industry Council (JMIC) examina el efecto que tienen los visitantes en un destino y cómo los eventos empresariales específicos pueden beneficiar a las comunidades que visitan.
Debido a que muchos destinos experimentan una creciente presión e incluso quejas por parte de sus comunidades dado el número cada vez mayor de visitantes que reciben, especialmente porque que estas visitas son trasladadas a zonas residenciales tradicionales gracias a los servicios de alojamiento compartido como AirBnB, es momento de dar un paso atrás y volver a evaluar de forma crítica los tipos de rendimiento generados por los visitantes que justificarían estos impactos.
En ese sentido, no todos los visitantes son iguales y cuanto antes nos enfrentemos a esa realidad, más fácil será tomar decisiones inteligentes sobre qué grupos vale la pena aceptar. Los beneficios derivados de los participantes en eventos propiamente organizados como reuniones, convenciones y exposiciones, superan con creces los de los visitantes de ocio promedio, por una serie de razones fácilmente demostradas.
El primero surge del propósito mismo de la visita, pues un grupo de visitantes profesionales está invariablemente relacionado con el progreso profesional, académico o económico, y estos eventos a veces contagian a la comunidad sede de ese dinamismo. Un evento médico importante, por ejemplo, deja un legado de conciencia, nuevas técnicas y conocimientos especializados, accesibles a los profesionales locales.
Un evento de negocios ofrece una oportunidad para perfilar el destino y sus oportunidades de inversión y atraer nuevos talentos, mientras que un evento académico crea oportunidades importantes para la transferencia de conocimiento, nuevas redes y la exposición para la investigación local. En todos los casos, el destino anfitrión recibe un beneficio residual que va mucho más allá de lo que se puede esperar del visitante que está ahí solo para vacación o contemplación.
En segundo lugar, el impacto económico basado en el gasto del visitante pesa mucho en favor del delegado, por dos razones: primero, el gasto diario promedio de un participante de algún evento generalmente es mucho mayor que el de un visitante de ocio, y no solo debido a la demografía: es mucho más probable que un visitante de este tipo reciba asistencia financiera para asistir y, por lo tanto, pueda pagar un alojamiento de mayor nivel, pero no termina ahí.
Cada delegado, háblese de un conferencista o un importante directivo de determinada empresa, también crea un requisito adicional para los organizadores, y sirve de atracción para los grupos relacionados como expositores, patrocinadores, prensa, los cuales aportan gastos que son consecuencia directa de la asistencia del delegado en primera instancia.
En tercer lugar, es importante darse cuenta de que, en muchos casos, un delegado representa una oportunidad de mercado completamente nueva: el objetivo principal de su visita es asistir a su evento, que en caso contrario no habría llegado necesariamente a ese destino. Habiendo asistido a la reunión y si le gustó lo que vio, lo que vivió, muy probablemente regresará, tal vez con la familia a cuestas.
Finalmente, en un momento en que el «arrastre» de los visitantes desde los centros de convenciones hacia estas áreas residenciales se está convirtiendo en una fuente de fricción local, los delegados tienen muchas más probabilidades de permanecer en áreas asociadas con alojamiento comercial que de disponer de alternativas compartidas.
Nuevamente, esto es en parte resultado del hecho de que estas personas tienen más posibilidades de recibir apoyo en sus gastos y es menos probable que necesiten buscar alternativas menos costosas. Pero también es el resultado de su necesidad de estar cerca de las instalaciones donde se llevan a cabo los eventos, como el centro de convenciones o el hotel.
Como miembros de la Industria de Reuniones, todos estos son factores que debemos considerar como elementos de las discusiones que tenemos con nuestras comunidades y gobiernos. En un momento en que muchos intereses compiten por la atención y los recursos de ambos, y cuando los tomadores de decisiones tienen que tomar acciones difíciles, son argumentos poderosos sobre por qué lo que hacemos sirve a la más amplia gama de intereses de la comunidad, y por qué nuestras audiencias deberían, por lo tanto, considerarse como las más altas prioridades para la inversión relacionada con los visitantes.
Para más información visitar www.aipc.org