Con el paso de los años, he tenido la oportunidad de participar en algunos paneles y conferencias de la Industria de Reuniones como ponente y me ha tocado vivir cientos (y cuando digo cientos, no estoy exagerando) de eventos en los que las personas dirigiéndose a la audiencia son las mismas.
Es más, hasta suena como broma cuando dicen que nuestro medio pertenece exclusivamente a los visionarios que nos han llevado hasta donde estamos, sin embargo, más allá de sentirme privilegiado de escuchar a gente que admiro tanto, me he puesto a pensar en dónde están todos esos talentos jóvenes y por qué su voz no es protagonista en nuestros eventos.
¿Será que de plano no los dejamos brillar? O ¿será que los talentos jóvenes simplemente no están interesados? Aunque no tengo la respuesta exacta, siento cercanía a la situación y mientras escribo esto, me llega un sentimiento de melancolía al darme cuenta que me guste o no, estos eventos que hablo donde las voces de la experiencia son una constante, nos queda muy poquito tiempo.
Puede haber millones de teorías acerca de cómo vivimos en la era de la experiencia y la inmediatez, pero es una realidad que los laboratorios siguen necesitando lanzar medicinas, los congresos, convenciones e incentivos se siguen celebrando y las expos son motores de muchas industrias, por lo cual, las personas relacionadas con hacerlo posible buscamos soluciones cada día más efectivas.
Y estas no son precisamente un desayuno donde le aplaudamos al mismo “líder” que lleva haciendo sistemáticamente lo mismo desde hace siglos. Necesitamos cambiar algo primero nosotros, para luego cambiar a los demás. Y todos los integrantes de la cadena de valor debemos caminar juntos en este camino de la innovación.
Desafortunadamente no tengo y no creo que nadie tenga la solución para hacer que cambiemos nosotros primero como comunidad y así las nuevas generaciones se pongan las pilas y trabajen en su proyección dentro de la industria.
Pero sé, que si incentivamos su participación en eventos sobre un escenario o simplemente como asistentes, ese poder y responsabilidad que se genera al tener una nueva oportunidad puede comenzar un diálogo muy interesante. Principalmente si lo hacemos con paneles y mesas redondas donde las personas operando las estrategias generadas por los “grandes” expresen su sentir sobre lo que está o no funcionando.
Este es el punto de dolor que más he sufrido en la Industria de Reuniones. Nunca he visto parado sobre un escenario a una persona que verdaderamente opere grupos, cuando tradicionalmente, la operación está en manos jóvenes.
Perdamos el miedo a escuchar errores y experimentar que alguien nos hable de cosas incorrectas. Ahí radica la gran oportunidad de aprender y mejorar no sólo como industria sino como personas. Abramos nuestros destinos, compañías y estrategias a la retroalimentación de quienes tradicionalmente están tras bambalinas y principalmente, quiero invitarte a ti, que lees esto, a proponer hasta cansarte, sin importar la edad.