La pandemia que hemos vivido desde el 2020 y que ha impactado a todo el mundo, ha evidenciado un retroceso importante en el ámbito profesional de las mujeres haciendo un sesgo mucho más profundo en la paridad de género.
Y es que las cifras que arrojan las proyecciones del Foro Económico Mundial, la igualdad de las condiciones de los hombres y mujeres a nivel económico pronosticaba -antes del coronavirus- 257 años, sin embargo, dada la crisis se ha retrasado a 267.6 años. Una cifra realmente alarmante y mucho más si hemos pensado que la brecha de equidad ha disminuido.
Según el estudio “Mujeres en el trabajo: Una perspectiva global”, realizado por Deloitte, menciona que esta brecha se debe principalmente a que las mujeres en los últimos dos años tuvieron un 66% más de responsabilidades en el hogar y un 77% de mayor carga de trabajo en sus empresas, por lo que ha habido más exigencias en los ambientes en los que se desarrollan.
Por ello, el estado de ánimo de las mujeres se ha deteriorado, llevándolas a afectar su salud mental y física. En ese sentido, 1 de cada 2 mujeres se siente pesimista sobre el futuro de su carrera, y 23% está considerando abandonar por completo el mercado laboral para disminuir la presión que siente.
Otro dato interesante, es que las mujeres se sienten inseguras al no permanecer conectadas a sus trabajos todo el tiempo ya que piensan que perderán las oportunidades de crecimiento que han venido cosechando, pero sino se desconectan dejarán de convivir con sus familiares, lo cual les causa estrés. Deloitte menciona que solo el 22% de las profesionales pudo establecer límites entre su vida personal y laboral, gracias al apoyo de la organización donde trabaja.
La productividad y las mujeres
Sin duda la productividad de las empresas incrementó al inicio de la pandemia porque se pasaban más horas frente a la computadora por el tema de Home Office, el problema es que esta actividad que al principio a algunas personas descontroló y a otras les encantó, se prolongó más del que se tenía pensado, por lo que fue imperante un esquema que fuera beneficioso tanto para los empleados, como para la propia empresa.
Hoy en día, la mayoría de las empresas tienen políticas para que sus empelados dentro de sus hogares puedan estar lo más cómodas posibles y seguir siendo productivos, ya que el fenómeno de los trabajos sin horarios establecidos y con el uso excesivo de la tecnología, produjo un deterioro de la salud y un nivel más alto de estrés.
Por ello, las compañías han tenido que establecer mayor comunicación, con políticas y procedimientos para denunciar prejuicios y discriminación, pero aún falta mucho por hacer, como es cultivar la confianza para que las mujeres se encuentren más cómodas y expresen sus preocupaciones, sin temer a impactos profesionales negativos. Por lo que este es un momento para que se comprendan los cambios que las mujeres quieren y necesitan que ocurran a corto plazo.
Finalmente, toda esta información debería de ser muy bien analizada por las organizaciones, ya que hay un cierto grado de responsabilidad, y muchas de ellas no han puesto demasiada atención en su personal femenino, reconstruyendo los lugares de trabajo con acciones más inclusivas y acordes con los cambios que se están viviendo.
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